La Iglesia desea que todos sus hijos tengamos la misma actitud de expectación que tuvieron los profetas del Antiguo Testamento ante la venida del Mesías. Considera como una parte esencial de su misión hacer que sigamos mirando hacia el futuro. Nos alienta a que caminemos con los pastores, en plena noche, vigilantes, dirigiendo nuestra mirada hacia aquella luz que sale de la gruta de Belén. Estén prevenidos, nos dice el Señor en el Evangelio de la Misa. Despierten, nos repetirá San Pablo. Parece que podemos olvidar fácilmente lo fundamental de nuestra existencia. Preparemos el camino para el Salvador, que llegará pronto; es el momento de apartar los obstáculos si no vemos con claridad la luz que procede de Belén, de Jesús. Estaremos alerta a la venida del Señor si cuidamos con esmero la oración personal, si no descuidamos las mortificaciones pequeñas y si hacemos un delicado examen de conciencia. Nuestra Señora espera con gran recogimiento el nacimiento de su Hijo. Gracias a ella, nos será fácil disponer nuestra alma para la llegada del Señor. Hoy empieza el Adviento y, con él, un nuevo año litúrgico: la Iglesia empieza el año con este periodo de cuatro semanas, recordando los siglos en los que Dios fue preparando a su pueblo para su nacimiento. Al celebrar anualmente la liturgia del Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida. Jesús, en estas semanas de adviento, nos pide que nos preparemos interiormente para recibirlo con un corazón limpio y generoso cuando nazca en Belén. «Velen por ustedes mismos para que sus corazones no estén ofuscados por los afanes de esta vida» (Lc 21, 34). Debemos vigilar para que, cuando Él llegue, nuestros corazones no estén tentados a seguir la vida fácil y superficial, que no llena, y por el egoísmo, que solo nos hace pensar en problemas e intereses individuales. ¿Qué debo hacer para estar vigilante? ¡Cuántas veces el Señor nos recomienda la oración! Vigilen orando en todo tiempo. Nos lo ha enseñado, además, con su propio ejemplo: hace oración en los momentos más importantes: antes de elegir a los apóstoles, antes de la Pasión, se pasa noches rezando y, a veces, tienen que venir a buscarlo de madrugada a un lugar apartado donde aprovecha la tranquilidad para dialogar con su Padre. Nos damos cuenta de que debemos rezar más si queremos estar vigilantes, si queremos mejorar de verdad en este tiempo de preparación para su Venida. Vamos a proponernos, en este tiempo de espera al Señor, renovar nuestros propósitos de que nuestra oración crezca en ardor y dedicación para recibirlo mejor dispuestos.

 

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