S. JUAN DE CAPESTRANO
Radio Vaticano
Hoy, 23 de octubre, la Iglesia conmemora el nacimiento para el cielo de SAN JUAN DE CAPESTRANO, quien muriera santamente en un día como hoy de 1456, en Illok, Hungría. Oriundo del pueblito de Capestrano, en el Aquila, Italia, en 1386, ingresó a la orden franciscana, llegando a ser sacerdote. Fue gran amigo de Bernardino de Siena, brillante predicador. En 1690 el Papa Alejandro VIII, le proclamó Santo. Sus restos no se han encontrado. La iconografía lo presenta con una bandera con el símbolo “IHS” que sería más tarde el símbolo utilizado por San Ignacio de Loyola cuando fundó la Compañía de Jesús. Unidos, pues, a quienes con la oración evitan que nuestro mundo caiga en manos enemigas, brindemos nuestro vivo aplauso a San Juan de Capestrano.
Meditación
QUERIDO SAN JUAN: te encontramos en Perugia, en donde estudias derecho y eres elegido alcalde con solo 26 años. Pero las guerras entre los municipios, serán la causa de un nuevo horizonte en tu vida. En efecto, caes prisionero, y es en la cárcel en donde vives una profunda experiencia de conversión. Pides la anulación de tu matrimonio e ingresas en la orden franciscana. Aquí conoces al gran apóstol Bernardino de Siena, con quien inicias una amistad que durará toda tu vida. Le acompañas en sus viajes misioneros y luego de ser ordenado sacerdote, te conviertes, como él, en un brillante predicador. De figura menuda, descarnada, mirada magnética, palabra de fuego, como ocurría con Bernardino, grandes multitudes se reunían en plazas y púlpitos para escucharte. Las Iglesias más grandes resultaban pequeñas. Durante 40 años, predicas todos los días, de muchos temas, incluyendo la política. Logras así, que soberanos en conflicto y ciudades encontradas se pacifiquen. Tu trabajo con los judíos tiene gran resonancia, logrando la conversión de un jefe de sinagoga. El Papa te nombra en varias oportunidades su legado personal. Extiendes tu acción a Austria, Moravia, Bohemia, Alemania, Polonia, Holanda. San Juan de Capestrano, te recordaremos siempre por tu trascendente acción en la batalla de Belgrado, cuando con tu carisma y la cruz en mano, lograste mantener el ánimo de los soldados inclinados ya a la rendición, evitando que occidente cayera en manos de los turcos.






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