Escuchen, reyes, y entiendan; apréndanlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; presten atención, los que dominan los pueblos y alardean de multitud de súbditos; el poder les viene del Señor, y el mando, del Altísimo: Él indagará sus obras y explorará sus intenciones; siendo ministros de su Reino, no gobernaron rectamente, ni guardaron la ley, ni procedieron según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá sobre ustedes, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: Él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un control riguroso. Se los digo a ustedes, soberanos, a ver si aprenden a ser sabios y no pecan; los que observan santamente su santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda. Ansíen, pues, mis palabras; anhélenlas, y recibirán instrucción. «Palabra de Dios. Te alabamos Señor»

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 82 (81), 3-4. 6-7

R/. Levántate, oh Dios, y juzga la tierra.

«Protejan al desvalido y al huérfano, hagan justicia al humilde y al necesitado, defiendan al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable». /R.

Yo declaro: «Aunque sean dioses, e hijos del Altísimo todos, morirán como cualquier hombre, caerán, príncipes, como uno de tantos». /R.

 

EVANGELIO

Den gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de ustedes.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Gali­lea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Al verlos, les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado». «Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús»

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