BEATO DANIEL BROTTIER. Religioso.
Nació en Ferté-Eaint-Cyr, Francia, en 1876. Desde pequeño, se distinguió por una piedad manifiesta y una devoción especial a la Virgen María. De modo progresivo, fue aflorando un deseo sincero de consagrarse al servicio de Dios. Ingresó al seminario diocesano en donde, luego de los estudios de filosofía y teología, recibió las órdenes sacerdotales. Como presbítero, va al colegio de Pontlevoy, en donde se desempeña como profesor. Sin embargo, su corazón empezó a soñar con otra meta: las misiones. Este deseo fue cobrando cada vez más vida hasta que decide dar un paso nuevo y significativo: ingresó a la Congregación del Espíritu Santo en el día de Nuestra Señora de las Mercedes, haciendo en ella su ofrecimiento a Dios por medio de los votos religiosos. Muy pronto, su deseo se cristalizó: partió a las misiones del Senegal en África. Lamentablemente, intervino un factor que no había considerado: fuertes dolores de cabeza muy fuertes lo obligaron a regresar nuevamente a Francia. No obstante, este continente ya había entrado con mucha fuerza en su corazón que no dejo de latir con espíritu misionero y se las ingenió para seguir sirviendo en ese continente, fundando la obra del “Souvenir africano”, siendo uno de sus frutos la construcción de la hermosa catedral de Dakar. En 1914, estalla la Primera Guerra Mundial y siente que su puesto es estar ahora junto a los soldados, consolar a los heridos, asistir a los moribundos en el campo de batalla: decide ir a apoyarlos como capellán. Durante cuatro largos años, se entrega a esta tarea con alma, vida y corazón. Más tarde, funda una nueva obra -“la Unión Nacional de combatientes”- y, al mismo tiempo, “Los Huérfanos de Auteuil”, que fue un signo de su gran cariño por aquellos pequeños a los que la guerra dejó sin nadie que los ampare. Murió el 28 de febrero de 1936. En 1984, el Papa Juan Pablo II le dio el honor de los altares declarándolo beato.
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