ABRIR, DE PAR EN PAR, LAS PUERTAS A CRISTO

Querida Familia Minutos de Amor, el mes de octubre llega a la Iglesia con una fuerte identidad misionera. Este mes está marcado por el fervor evangelizador y por la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND), que nos recuerda que ser cristiano es, por naturaleza, ser misionero. La fe que hemos recibido no puede quedar encerrada entre muros, ni ser vivida en solitario; estamos llamados a salir, a anunciar y a ser testimonio vivo en las periferias del mundo y también a los cercanos, a los próximos. Las reflexiones del Evangelio de este mes nos invitan a mirar cómo Jesús forma y envía a sus discípulos. En cada domingo, el Señor nos llama a trabajar en su viña, a responder con generosidad, a confiar en su justicia, a cumplir el mandato del amor, y a participar del banquete del Reino. En cada parábola y enseñanza, se revela el Rostro de Dios que llama, que espera, que ama y que envía.

La riqueza litúrgica de este mes también nos ofrece faros de luz que nos orientan en el camino del discipulado y de la misión. Comenzamos el mes con Santa Teresita del Niño Jesús (1 de octubre), Patrona de las Misiones, una joven carmelita que nunca salió del convento, pero cuya oración y ejemplo convirtieron su vida en una ofrenda para la evangelización del mundo. Su pequeño camino es una poderosa enseñanza: el amor transforma cada acto en misión. El 7 de octubre celebramos a Nuestra Señora del Rosario, advocación mariana que nos introduce en el Misterio de Cristo desde el Corazón de María. Ella, la primera discípula y gran misionera, es quien nos acompaña en la misión. Rezando el Santo Rosario, especialmente en este mes mariano, aprendemos a entender al mundo con el lenguaje de Dios que es el amor, y a interceder por la conversión y la paz. El 18 de octubre celebramos la fiesta de San Lucas evangelista, quien no solo escribió el tercer Evangelio, sino también el Libro de los Hechos de los Apóstoles, verdadero “manual” de misión para la Iglesia naciente. San Lucas nos recuerda que cada comunidad cristiana está llamada a ser misionera, y que el Espíritu Santo es el gran protagonista del anuncio del Evangelio. Por útlimo, el 22 de octubre recordamos a San Juan Pablo II, Papa misionero por excelencia, incansable peregrino de la fe, que alentó a toda la Iglesia a «abrir de par en par las puertas a Cristo», para que su amor llegue a todos los pueblos y transforme la vida de quienes lo reciben.

Que la Virgen del Rosario, como estrella de la evangelización, nos enseñe en este mes a contemplar, a acoger y a entregar la Palabra. Que Santa Teresita nos inspire a ofrecer cada acto cotidiano como acto misionero.

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